martes, 24 de julio de 2018

Nadie se muere de amor.


Por más grande que haya sido el amor que le profesaste a esa persona que un día tomó la decisión consciente de causarte un gran dolor (aunque siempre pudo evitartelo), por más que creas que te vas a morir porque no puedes vivir si él, porque llega un momento en que sientes que lo necesitas como al aire para respirar, eso va a pasar y tu podrás aprender a vivir sin él, eso que creías sentir no era Amor por él, sino falta de amor propio y dependencia emocional.

Así que no te desmorones por alguien que no merece ni una sola de tus lágrimas, porque tu eres la prueba más real de que nadie en absoluto se muere de amor. Y es que todas sin excepción pasamos por esta etapa en algún momento de nuestras vidas, unas salen mejor libradas que otras sin importar si fue un bachecito o tremendo agujero de 10 metros de profundidad. Y más allá de las cuestiones científicas que hay sobre lo que conocemos como amor, existe lo que muchos otros más le dicen “encaprichamiento”. Se lee bastante rara esta palabrita sin embargo, puede llegar a destruir la autoestima de una mujer sin importar la edad.

Luego entonces, las frases más comunes y que escuchamos a menudo en esta terrible etapa son: “Es el amor de mi vida”. “No sé que voy a hacer sin él”. “Me quiero morir”. “Juro que no volveré a amar” “El me hacía sentir especial” etc. , y esto lo único que refleja es que eres una mujer con autoestima baja, recién salida de una relación que permitió que la codependencia le quitara su personalidad, que dejó de pensar en ella para complacer al otro. Ahí es cuando vivimos y existimos para y por él, perdemos nuestra esencia como personas y nos doblegamos ante otra concediéndole autoridad para hacer con nosotras lo que se le antoje.

Pero lo peor es que ellos no tienen la culpa de esto, somos nosotras las que cedemos poquito a poco ante sus caprichos y voluntad. Salimos a donde eligen, hablamos con quienes a ellos les cae bien, cortamos amistades para que no se enojen, nos convencemos a nosotras mismas que así debe de ser, porque desafortunadamente aún en este momento no nos hemos percatado del error tan terrible que estamos cometiendo en nuestras vidas.

Es por ello que no nos preparamos para cuando el angelito decide echar a volar sus alas por otros cielos. Sí, el nuestro se vuelve gris y turbulento, el piso se mueve por no tener quién nos diga qué hacer, qué ponernos y hasta qué comer. Las cosas son sencillas pero las mujeres las complicamos un poquito dramatizando y exagerando un rompimiento. Bien decía María Félix “La Doña”, “ A un hombre hay que llorarle tres días, y al cuarto te pones tacones y ropa nueva”. No por permanecer pensando en él ni llorándole durante días va a regresar. Nunca vamos a tener la certeza total que determinada persona va a permanecer a nuestro lado hasta que dejemos de existir, la mente es tan indescifrable que el día menos pensado esa persona que creíamos que nunca nos traicionaría lo haría, y aquella que detestábamos termina siendo entrañable.

Así que debemos tener muy en claro que en este mundo lo único que podemos controlar, son nuestras acciones por tanto el único amor seguro siempre será el propio, no permitas que tu vida gire alrededor de una relación de pareja, que te acompañe en el camino es distinto. Además una mujer que se ama a sí misma con locura, nunca permitirá que un patán venga a su vida a volverla cuadritos, nada de eso, una mujer con una alta autoestima, sabe lo que quiere y es muy cautelosa para saber escoger un compañero de vida que complemente y potencie su felicidad.

Por todo lo anterior y si tienes algunos días de haber “roto” lo primero que debes hacer es una limpieza profunda, por mucho que te guste el oso de peluche que te regaló, o la carta de San Valentín del año pasado no puedes quedártelos, tampoco debes guardar los 100 mil mensajes que te mandó por whatsapp y olvídate de dejar la foto en el mueble de la sala. Para cerrar un ciclo debes tener la determinación para deshacerte de todos los recuerdos físicos que te hagan recordarlo y sufrir una y otra vez cada que los ves. Se vale recordar, pero sin pensar en el “hubiera” porque simplemente ya no es.
En este sentido es de suma importancia tener muy claro que como seres humanos no podemos controlar las acciones del otro y por ende tampoco somos responsables si toman la decisión de marcharse de nuestro lado. La vida continúa y nosotras tenemos el poder de decisión de quedarnos estancadas o continuar caminando, adquiriendo nuevas experiencias que siempre dejarán una enseñanza positiva, no veas tus relaciones pasadas como pérdida de tiempo al contrario, te han brindado la oportunidad de conocer las cualidades que deseas en un hombre y cuáles son esos defectos que estás dispuesta a tolerar sin problema.

Ya verás que con el paso de los días te darás cuenta que eso fue lo mejor, que tu vida ha cambiado y que esa persona simplemente ya no encajaría con tu presente, y al final siempre dirás “Nadie muere de amor” ¡Nadie¡

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