Hay una frase que afirma que la salud es el silencio de los órganos, pero esto es cierto sólo parcialmente. Muchas enfermedades cursan sin síntomas, invaden silenciosamente el cuerpo y sólo se manifiestan después de haber causado graves lesiones en los órganos. Sin embargo, sí se puede asegurar que cuando se experimenta un dolor éste indica que hay algo en el organismo que no está funcionando como es debido. A excepción de las agujetas que se sienten después de hacer un esfuerzo prolongado, que acusan la tensión excesiva a la que ha sido sometido un músculo y no son síntoma de enfermedad alguna, todo dolor merece ser investigado.
Las punzadas dolorosas provocadas por una pieza dentaria pueden deberse a muchos factores y sólo un odontólogo está capacitado para hacer un diagnóstico preciso y poner remedio a ello. Como en ocasiones el dolor de muelas cesa por sí mismo, es frecuente que la gente decida que ya no es necesario visitar al odontólogo, ignorando que un proceso infeccioso no sólo deteriora la cavidad bucal, sino que puede tener repercusiones en ríñones, garganta y en cualquier otra zona del cuerpo.
La receta mágica más antigua relacionada con la curación del dolor de dientes data del año 2500 a. C. Es una tablilla asiría cuyo contenido es un conjuro específico para curar «males de cabeza y de corazón, angustias, mal de ojo, fiebre y venenos».
El ritual que se ofrece a continuación, como todos aquellos que se relacionan con la salud, no reemplaza al dentista; así como no hay ningún medicamento que restaure una pieza cariada o rota, tampoco hay procedimiento mágico que lo consiga.
Sí es posible, en cambio, aliviar el dolor por medio de la magia, ya que los rituales a tal fin se hacen para poner en funcionamiento los recursos analgésicos del propio organismo.
OBJETOS NECESARIOS
Un paño azul, de 30 x 30 cm aproximadamente – Una vela azul Una piedra negra – Una caja de cerillas
Es conveniente que el color de la tela sea lo más vibrante e intenso posible; el más adecuado es el que en muchos países se denomina azul eléctrico.
Ritual
• Poner la vela sobre el paño azul. Se puede apoyar sobre una pequeña superficie de metal u otro material para no mancharlo, siempre y cuando no ocupe demasiado lugar y la superficie de la tela sea bien visible.
• Colocar la piedra entre la vela y el oficiante, también sobre el paño.
• Fijar los ojos en la tela por espacio de unos tres minutos, sintiendo que ese color se absorbe por los ojos e inunda la cabeza.
• Encender la vela.
• Respirar hondo, relajar los hombros, la frente y, sobre todo, las mandíbulas.
• Concentrarse en el dolor y localizar el punto exacto en el que se origina.
• Visualizar que el dolor tiene capas; que el punto central de molestia aguda está rodeado de zonas menos dolorosas.
• Separar mentalmente la zona central de dolor, apartando de la mente el resto del área afectada.
• Visualizar que ese punto, poco a poco, toma el color del paño, que se convierte en un círculo de color azul intenso que se va reduciendo paulatinamente. No debe pretenderse que desaparezca salvo que se tenga una gran experiencia en concentración, relajación y visualización. Mejor es reducirlo al menor tamaño posible, así, aunque moleste un poco, el dolor será perfectamente soportable.
• Permanecer cinco minutos como mínimo visualizando el punto doloroso.
• Ponerse de pie y dar siete vueltas sobre sí mismo delante de la vela mientras se recita la oración.
• Cuando la vela se haya consumido totalmente, coger la piedra y posarla en la mejilla, sobre la zona afectada. Cuando el dolor sea intenso, repetir esta operación recitando nuevamente la oración.
Oración
Estaba santa Polonia
en la puerta de su casa;
la Virgen pasó y le dijo:
¿Qué haces Polonia de mi alma?
Aquí estoy Señora mía,
no duermo sino velo,
que de un dolor de muelas
dormir no puedo.
La Virgen le dijo:
agárrate de este niño reluciente
que tengo en mi vientre y jamás te
dolerán ni muelas ni dientes.
Santa Apolonia, a la que en muchos países llaman Polonia, es la patrona de los odontólogos. De ella se cuenta que sus captores le hicieron pasar por horrorosas torturas para que renegara de su fe y blasfemara contra Cristo; entre otras cosas, con un brutal golpe en la cara le rompieron todos los dientes. Como sus torturadores no consiguieron nada con ello, la amenazaron con lanzarla a una hoguera que habían encendido en su presencia y ante eso, ya desmayada de tanto dolor, ella pidió que la desataran. Todos pensaron que por fin la terca mujer se retractaría de su fe, sin embargo lo que hizo fue saltar a las llamas diciendo que ofrecía su dolor a los demás, que quien sufriera a causa de los dientes la invocara que ella intercedería ante Dios para aliviarles.
Por un milagro divino las llamas ni siquiera la tocaron, de ahí que fuera nuevamente golpeada. Como tampoco con eso consiguieran su muerte, santa Apolonia fue, finalmente, degollada.
En una de las joyas de la literatura española, Don Quijote de La Mancha, Cervantes hace una alusión a la invocación a santa Apolonia para aliviar el dolor de dientes: «¿La oración de santa Apolonia dice vuestra merced que rece? Eso fuera si mi amo lo hubiera de las muelas».